CINCO SONETOS A JORGE LUIS BORGES
Por ANGEL MALDONADO ACEVEDO

VESPERTINA

Pasan los días silenciosamente
en la pared el reloj es el mismo
y el espejo ese doble de mutismo
vigila silencioso tu presente .
Pero algo se esconde en el olvido
cuando se tiende la última mirada
sobre páginas grises, la jornada
es elegía de todo lo vivido.
Pero al final que importa, lo viviste.
Comprobaste escéptico que existe
más de una realidad. No es el espejo
lo que trae la tristeza, sin embargo,
por el pasillo silencioso y largo
que cruzas solitario: es el reflejo.

JUNTE DE COMPADRITOS

El zaguán está triste y en la mesa
no hay nadie, se ha quebrado la rutina
de ayer cuando la tarde cristalina
florecía de aciertos y belleza.
Cuerpos vienen y van, pero no es esa
la gente verdadera que culmina
la noche en parrafada clandestina.
Una ausencia deshoja su tristeza.
El polvo de la luz es más opaco
y esa ausencia real torna más flaco
el panorama desde el laberinto.
Ayer era alegría y alboroto
y hoy está todo sepultado, roto
para el ojo que busca lo distinto.
 

EL SUEÑO

No es lo mismo escribir este soneto
al seguro destino de la rosa
que se deshoja y vuelve más hermosa
la realidad que guarda su secreto.
Este paso es distinto, es el aprieto
del alma en su faena silenciosa
que nos convierte en signos: poca cosa
de vivir cuando todo está sujeto
a un tiempo consumnido que despunta
en un crisol de espejos moribundos
Detrás de la mirada que es pregunta
Y advierte la conciencia de otros mundos:
Los límites del alma que trasunta
sueños mayores, sueños más profundos.
 

LOS LIBROS

Fueron tantos, cubrieron la memoria
Y dieron al espacio su armonía:
pasillos laberínticos que un día
labraron los perfiles de la gloria.
Una estancia feliz y transitoria
con dejos de fatal melancolía
que se cuela en la tarde, una porfía
de luz y sombras, algo de la historia.
Todo lo dicho queda sin desquite
y clausurado el ancestral convite
con mis mayores. Ese es el camino
que dibuja la ultima mirada
la que queda sin nombre, recostada
en la grave pregunta del destino.

LA VENTANA

Una luz eclipsada, mortecina.
La ventana del otro es la que otea
el camino del sur y allí recrea
una historia distinta, clandestina.
Recuerda los compadres de la esquina
donde doblaron tantos: Juan Larrea,
Lugones, Macedonio... Deletrea
los nombres con nostalgia cristalina.
Son tantas cosas que urgen el instante,
y quiere retener ese diamante
del ayer que le brilla en el ocaso.
La calle ha silenciado. En la neblina
se escucha una milonga peregrina
Y una voz que se escapa paso a paso.

LA PALABRA

Una palabra hierve como un viento,
corta como cuchillo arrabalero
con bandoneón dispuesto en el estero,
y la canción es parte del tormento.
Así es la vida. No es un simple cuento
de compadritos junto al limonero,
es un jugarse punto a punto el fiero
episodio de todo sentimiento.
Franca literatura aunque se niege
la palabra real, esa que hiere
a través de la historia el espejismo.
Ahora lo sabes, justo en los instantes
en que la tarde es choque de diamantes
y un espejo que tiembla en el abismo.

 

Comentarios o sugerencias envie e_mail a angelmaldonado123@hotmail.com

© Copyright 1998, 1999,2002 Utuado, Puerto Rico 00641