CONTRACANTO AL HOMBRE
INVISIBLE
Para Guillermo Gutiérrez
El poeta bebió los horizontes de una tarde soleada en la sabana y
dijo: no hay más mundo que esta tierra bañada de soles y
neblinas. Como el hombre invisible se hizo estatua a la orilla y
vio pasar las muertes de muchas realidades. Hizo perplejo
mutis mientras en sus silencios de irredento señor tropicales
quebradas le bañaban de viejas alegrías el poema. "Eran días de
júbilo de heterodoxia y noches insondables". Ahora la realidad de
la sabana era ese cielo blanco que le dieron de herencia los
caminos de adentro. Parado allí invisible y procaz, labrado dios
sin reino, se sintió compensado por todo lo vivido: por la vida y la
muerte que pasaban de frente, por el mito y los libros que
poblaron sus más viejas escenas. Entonces de lo alto de su
invisibilidad paróse y dijo: el silencio no basta ni el humor
traicionado de la carne. Ebrio profeta se fue quedando
solo marginal y enigmático como el hombre invisible que siempre se
forjó.
|