Tercera Parte

Ciclos de la sirena  

 

 

inicio

Hoy dormí  

Hoy dormí

sobre mi cuerpo extraviado 

por sórdidos insomnios. 

La realidad es espiga de otra tierra 

un país mordaz y siempre sucumbiendo.

 

Cuelgo por la mañana 

de los ropajes húmedos que enjuagué 

en la vigilia.

 

Un sabor a ruiseñor errado 

se aposenta de pronta en mi garganta.

Recuerdo y convivencia convergen 

en el residuo de la pesadilla. 

Pero al momento la ciudad está despierta 

y ya soy otro

buscando un nuevo sueño.

 

 

Vita

 

Estas húmedas lianas de interiores paredes

helechos de la sombra que miro en extravío. 

Este paisaje abierto a mi conciencia 

aposento de otoño

por donde juega el alma una canción pequeña. 

Esta ciudad que oculta 

toda la persistencia del hastío. 

Este libro

lejano paraíso que se cae 

bajo el rígido yugo del sueño

que baja por las lianas. 

Este ser que ya es otra arquitectura 

otro país 

molido bajo el fuego de otra vida.

Travel unlimited

Esta  mañana no sé de donde llego. 

El sueño me levó a lugares muy remotos. 

Lo sé por las iguanas que reptaron secretas por la piel. 

Alguien tocó a la puerta más temprano 

que nunca. 

Sobresaltado

me escurrí entre la lianas 

y las frisas aún tibias.

 

"Es el deber", dicen de algún lugar 

que apenas reconozco. 

Por la llanura de la conciencia 

galopan potros juveniles. 

Sacudo los pies

para evitar el polvo de este encuentro. 

Abro la puerta, con sigilo sumo. 

El viajero ha partido 

y la noche sucumbe 

bajo los espejismos.

 

Música de abordo

L apocalíptica sirena 

nos ha dormido a todos

Ha sucedido 

como por un encanto.

Las notas nos llegaron 

sin darnos cuenta

 

Cuando nos propusimos despertar

 ya era muy tarde 

El tiempo optó por formas 

diferentes

Los espacios cambiaron 

y en el fondo

de los antiguos sueños 

fueron naciendo imágenes 

de todo lo innombrado.

 

Historia de bandoleros

Subieron por el río

capoteando

en caballos de asombro.

Los escuché al albor: 

eran cuatro jinetes 

por el río familiar. 

Nadie los vio cruzar 

ni detenerse 

bajo los almendros.

 

Ninguna huella dejaron 

porque la página en blanco 

fue un rabioso 

e inconcluso proyecto 

donde la adolescencia 

detuvo sus memorias y ritos.

 

Desde entonces por el mismo río 

buscan absorta su luz aquellos caballos sin destino.

Oscuras remembranzas

Me mantuve la vida celebrando espejismos

Intenté conciliar los abruptos más locos 

y cuando fracasé me dediqué a los cuervos

Crié los suficientes 

como para una vida llena de pesadillas

Cuando estuve ya viejo 

y quise ser feliz 

se ubicaron al fondo de mi felicidad

poco a poco encendieron 

sus fogatas voraces 

buscaron el placer por todos los contornos

hasta que se ensañaron 

con mi vejez abrupta 

y la dejaron rota 

en medio del vacío.

Espejos rotos

 

Yo sé que irán tragando

con rabia sorprendida 

los hilos del pasado. 

En sus pechos

florecerán las cifras más secretas. 

Por tos caminos 

que van a ciertos ritos 

paso por paso

 morderán el júbilo.

Mirarán hada atrás 

donde enterraron 

los mejores recuerdos

y en donde el fuego 

inventa sus siniestros episodios.

 

Pasado el tiempo 

corazón a latido

serán la misma cosa que nosotros 

dioses caídos y pesadillas

que siempre reinarán 

despiertas.

  Autorretrato

He muerto muchas veces

en esta plaza de irrealidad. 

He sido esclavo de un dolor secreto. 

Agonías como pája ros heridos

han volado de mi pecho.

 

Y me he quedado solo.

-Espectro de mí mismo

contemplando el hombre que huye 

hacia el vórtice misterioso 

de otra vida que me acosa.

Relación antiheroica

De joven  participé en muchas guerras

y las perdí todas. 

Como resultado de mis esfuerzos bélicos

quedé maltrecho,

pero ninguna autoridad se dignó pensionarme. 

Por eso anduve en la miseria 

mendigando el pan de cada día 

y sin esperar un mañana de fortuna. 

A los sesenta y cinco 

ya había perdido mi identidad 

de antiguo soldado 

y hasta los asilos 

me suspendían 

como a un leproso. 

A los setenta y cinco

supe de algunos hijos que nunca había conocido, 

ya a  los ochenta

se quebraron por fin mis rodillas. 

A los noventa el asma, 

el asma como un perro fiel 

me acompañaba a todas partes 

pero todavía estaba vivo. 

Rodaba aún

como un recuerdo del paso por la vida. 

Luchaba mi existencia 

me acompañaba a todas partes. 

Era un guiñapo 

pero todavía estaba vivo.

Rodaba aún 

como un recuerdo 

del paso por la vida, 

luchaba con la muerte 

no sé si con la muerte o 

con la vida

a ver si por lo menos 

ganaba esa batalla. 

Pero todo fue inútil. 

Moría los cien años 

en algún lugar que no recuerdo. 

Alguien debió encontrarme 

deshecho, irreconocible, 

disperso

como el polvo en los caminos 

y solo

como una gota de agua 

en el mar.

Carta a Francois Villon, poeta 

Quisiera ser

la mitad de ese poeta olvidado 

que le cantó al amor desconocido 

y que luego la historia 

escondió en los pajares de la leyenda.

Quizá algún día entendamos 

que no hay más poesía que aquella 

fugada de los libros 

cuando enterró la noche 

misterios para siempre.

Collage inesperado

Francis Picabia

Todo lo que puedo hacer

con esta mano llena de espejismos 

es ponerme a jugar con los muñecos 

que saltan por ahí 

en esta hora de la libertad. 

Todo lo que puedo hacer 

es recordar que tengo unas tijeras 

en un salón vacío. 

Una cama vacía y la esperanza

 de que alguna doncella

 se acerque a ser violada.

Lo demás: estos libros que 

envejecen tan pronto, 

la penúltima taza de café, 

los calcetines mudos. 

El tiempo es un desuso transcurrente.

A lo mejor hago unos avioncitos 

con estas queridísimas palabras 

que al final no resultan tan queridas.

 

A lo mejor me voy a la ventana, 

urgo en la soledad y orino en las estrellas. 

Suelto mis avioncitos que se pierden 

entre las constelaciones.

 

A lo mejor desnudo a los muñecos. 

Los echo en el estanque de los patos 

y me quedo tan solo (como siempre)

 pensando en la doncella.

 

 

Vincent Van Gogh, en Saint Remy

 

Hay un lugar propicio para el júbilo

que tú y yo conocemos.

Frontera ¡limitada donde se juegan siempre 

las consecuencias últimas. 

Hay un lugar que siempre nos esconden, 

cuyas puertas se cierran 

al pie de la más fértil esperanza. 

Hay un bello lugar que nos espera 

y no nos dejan ver. 

Entre cuatro paredes  

de un ocre vendaval nos han dispuesto. 

Llega el viento del sur. 

Toca a la puerta alguien. 

No es el miedo  

ni es la esperanza. 

Suenan los aldabones 

y es el viejo guardián de la locura 

con los brazos abiertos. 

Pronto será ese nuevo día. 

Ya no tendrán que temernos ni olvidarnos. 

A un nuevo viaje nos invitan. 

Tú te vas, Vicent Van Gogh, y yo me quedo. 

Te espero al otro lado del siglo, 

a una crucial distancia de palabras, 

en un lugar un tanto diferente 

pero que, desde luego, 

resulta igual de inhóspito que el tuyo

En blanco y negro

Hoy fui aquel hombrecito

que golpeaba sus manos 

la una contra la otra.

Por un momento entré en la magia de su juego,

furtiva  

ansiosamente mirándolo: 

un hombrecito así 

en medio de la plaza 

feliz,

anónimamente feliz

 

 

Tentativas a Howard Phillips Lovecraft

 

 

Distantes premoniciones

llegan a través de los espejos 

y ocupan extensamente el aire. 

Respiramos entonces la hondura,

la intensidad del tiempo 

que viene a recobrar 

las semillas dispersas. 

Laten por nuestra luz perecedera 

antiguos propietarios 

de los ciclos de memoria y muerte: 

oscuros poseedores de la herencia. 

Llegan en sigilosa, 

inexpresable cantidad, 

cultivando extrañas dimensiones, 

ocupándolo todo 

hasta la última respiración, 

hasta el último resquicio de conciencia 

de lo que somos y éramos.

 

El más feliz recuerdo sustentado, 

nuestra costumbre clara, 

ya no tendrán el valor de nuestra historia 

y de nada valdrá la  esperanza 

de verse sucedida nuestra crónica 

por esa dura lengua de sacrificio y muerte.

Nada tendrá el valor de esos seres 

que nos ocupan hoy,

cuando hasta e/más elocuente de nuestros 

verbos 

enmudece de asombro

Madrigal

Su foto me salió borrosa

fuera de foco; 

a pesar de lo óptimo 

de mi cámara Canon automática 

la luz dispersa 

se coló de algún modo

entre mi ojo y su figura. 

Sin remedio

no la podré tener en mi álbum de fotos 

pero estará presente 

rondándome siempre en el recuerdo 

cuando ya no exista 

ni la memoria más pésima y fugaz 

de mi cámara Canon automática.

Poema con fondo de cristal

El hombre está en uno de sus días tristes.

Recién ha recordado ciudades como tumbas, 

rostros bajo la tarde taciturnos 

un puente y un balcón lluviosos de otro tiempo. 

El hombre ha recordado que fue también un cuarto solitario 

y el vino de otras horas tibias e innecesarias. 

Una conversación menuda sobre la felicidad. 

El imposible libro anónimo reunido en la penumbra.

 

Pero ahora le llama la tristeza 

del otro lado de la realidad. 

La noche te babea el pecho incierto. 

Por los caminos de la ciudad ilimitada 

fluye su ausencia hacia otros tiempos.

Cruza por puentes y estaciones 

de trenes que no llegan. 

Contempla entre las brumas su reloj 

que le señala un tiempo inevitable 

y devuelve gozoso la mirada 

hacia su fiel retrato 

que resurge 

entre las brumas de los años mozos.

 

Finale

Me reconozco

en el quieto aire de esta calle. 

Soy igual

que esos rostros enmudecidos 

que quiebran su soledad 

en las esquinas.

Nos hermana una misma claridad 

sin fronteras

y el oscuro deseo de morir 

sin heroísmos

y ser parte solitaria y común 

del cielo de la aldea.

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